lunes, 12 de marzo de 2012

Ritmo, tiempo y persuación.


Ritmo, tiempo y persuasión.

Carolina Sánchez N. A34909

Las locuciones en publicidad son sin lugar a duda uno de los componentes más importantes para generar un mensaje efectivo. Por lo general se consideran más importantes, o se estudian más a fondo, cuando se habla de publicidad radiofónica. Pero nadie duda que tengan un papel importante en la publicidad televisiva, e incluso en otros medios alternativos. ¿Qué hace entonces de una locución una buena locución?
La respuesta es el ritmo, que aunque no es la única variable que interviene en la locución, ya que también se toma en cuenta “la vocalización/articulación, la entonación y la actitud” (Huertas y Perona, 1999), es la que más ayuda a convertir un mensaje hablado en un mensaje persuasivo.
La definición de ritmo es una difícil de concretar, ya que se explica de diferentes formas según diferentes autores. Podemos encontrar explicaciones amplias que se refieren al ritmo “como cualquier tipo de organización con respecto al tiempo” (Huertas y Perona, 1999). Y otras un poco más enfocadas al ritmo específicamente de la voz, como lo define Neira (2005) al llamarlo la pulsación del habla, el cual se encuentra estrechamente relacionado con el tiempo y velocidad del habla. El ritmo se mide por lo general como sílabas por segundo o palabras por minuto, pero hay que tomar en cuenta que no sólo las palabras que se dicen dan cabida al ritmo, sino que las pausas o silencios también.
La importancia del ritmo reside en que éste “resulta ser crucial para atraer y mantener la atención de los radioyentes, para recrear estados de ánimo, o para comunicar diferentes sensaciones” (Ministerio de Educación, España). Cabe aclarar que en los mensajes televisivos pueden haber otros factores que ayuden a comunicar el mensaje efectivamente, pero no podemos negar que las locuciones y su ritmo son una parte importante de ese primer momento de atención del televidente. Si tenemos la televisión encendida mientras hacemos alguna otra tarea, como suele pasar a menudo en los hogares hoy en día, es muy probable que volvamos a ver al televisor si escuchamos una voz animada o una conversación exaltada.
Es ese ritmo el que nos permite diferenciar entre una locución noticiosa, un testimonio, una conversación cotidiana, un regaño o un comando entre otras cosas. Y saber qué ritmo se debe de utilizar es lo que nos ayuda a acercarnos verdaderamente al tipo de receptor al que queremos dirigir nuestro mensaje. No se le habla de igual forma a un adulto que a un niño por ejemplo. Algunos estudios de publicidad para niños explican que en su mayoría los niños “interpreta(n) una frase en función de sus elementos sonoros y no de las palabras” (Montoya, 1996). Incluso el ritmo contribuye a la eficacia del mensaje, de manera que tanto si se acelera para dar más cantidad de información o de datos en poco tiempo, o se hace demasiado lento y no atrae ni implica al oyente, resulta en una mala comunicación (Cebrián, cit. Por Huertas y Perona, 1999).
Además, un buen locutor debe de saber administrar su aire. En algunos casos podemos notar cuando el locutor debe de parar para coger aire, interrumpiendo así el ritmo de su mensaje, “lo que no contribuye positivamente a la credibilidad de su contenido ni a la del informador” (Gonzalez, 2006). Por lo tanto, como ya lo mencionaba antes, el correcto uso de las pausas en la locución es de gran importancia y se puede convertir en un elemento muy persuasivo, que según Lakhani (2005) provee una clave subconsciente al escucha de que se debe de recapacitar sobre la información previa o poner atención porque viene un cambio de idea. No saber dirigir bien el tiempo del habla da paso a las famosas muletillas, las cuales Casaretto (2010) define como “tapones del silencio, parches en el discurso, por la dificultad de encontrar palabras y administrar silencios.”
Por otro lado, el ritmo o velocidad a la que se habla también tiene gran impacto en que tan persuasivo se es. Los cambios de velocidad en la voz pueden hacer un mensaje más atractivo. Al hablar ya sea muy rápido o muy lento se puede perder a muchos de los escuchas. Incluso Lakhani (2005) asegura que las personas que hablan muy despacio son consideradas como personas inseguras, y aquellas que hablan muy rápido son consideradas dispersas e incómodas. Además el mismo autor nos menciona que el uso de una voz monótona puede causar que las personas se enfoquen más en la voz del locutor que en el mensaje en sí. Dos ejemplos importantes de cómo se emplea el ritmo para tratar de ser persuasivos los podemos ver en los discursos políticos y hasta en el uso del habla en la hipnosis. En ambos casos se trata de hablar a un ritmo en que se mantenga la atención del oyente, pero sobre todo, que se logre convencer al receptor de alguna idea específica.
Como publicistas es muy importante saber calzar el ritmo de las locuciones con el mensaje y target al que se quiere llegar, además de saber explicárselo a los locutores para que sea bien ejecutado. E incluso puede ayudar definir el ritmo de nuestro mensaje para poder definir qué medios utilizar. Un anuncio para el cual sabemos que necesitamos una locución muy animada o rápida, podría llamar más la atención en medios radiofónicos por ejemplo, mientras que un mensaje en el cual hay menos que decir pero necesitamos que se diga de forma más pasiva podría ser mejor recibido de forma audiovisual y contar con el apoyo de imágenes para no perder la atención del receptor.
Al fin y al cabo, la importancia de entender y ejecutar correctamente el ritmo del habla según lo que se quiera decir, es de gran importancia no sólo para la publicidad y su principal aspecto persuasivo, sino que también lo es para la comunicación en general, tanto de masas como individual y personal. Un profesor debe de mantener cierto ritmo para no perder la atención del estudiante, una madre debe de saber cuándo utilizar diferentes ritmos para poder educar a sus hijos y hasta un jefe debe de usar un ritmo apropiado para que sus empleados le escuchen y respeten.


Referencias:
Casaretto, Daniela (Noviembre, 2010). Liberar la Voz es Dejar de Reprimir. Buenos Aires, Argentina. Recuperado el 7 de Marzo del 2012, de http://www.institutodelavoz.com/notas_de_prensa.html

Gonzalez Conde, M. Julia (2006). La Credibilidad de la Voz Como Aspecto Persuasivo de Creación Radiofónica. Revista Ícono 14. Madrid, España. Recuperado el 7 de Marzo del 2012, de http://www.icono14.net/revista/num6/articulo%20JULIA%20GONZALEZ3.htm

Huertas Bailén, Amparo y Perona Páez, Juan José (1999). Redacción y Locución en Medios Audiovisuales: La Radio. Editorial Bosh. España. (Páginas: 113-123, 125-135)

Lakhani, Dave (2005). Persuasion: The Art of Getting What You Want. New Jersey, Estados Unidos. John Wiley & Sons Inc.

Ministerio de Educación, Gobierno de España. Glosario, Índice de Términos. Media. España. Recuperado el 7 de Marzo del 2012, de http://recursos.cnice.mec.es/media/radio/glosario.html

Montoya, N.(1996) : El papel de la voz en la publicidad audiovisual dirigida a los niños. Universidad Autónoma de Barcelona. Recuperado el 8 de Marzo del 2012, de http://www.ehu.es/zer/hemeroteca/pdfs/zer04-07-montoya.pdf


Neira, Laura (Junio, 2005). El Arte de Hablar. Argentina. Recuperado el 7 de Marzo del 2012, de http://www.cancionero.net/articulos/articulo.asp?t=el_arte_de_hablar&n=351.

No hay comentarios:

Publicar un comentario