lunes, 12 de marzo de 2012

Los nuevos retos del publicista: Una carrera contra el tiempo


“…una noción extrañamente irracional de que existe algo en el mismo flujo del tiempo que inevitablemente curará todos los males. Realmente el tiempo es neutral. Puede ser usado constructiva o destructivamente.”
– Martin Luther King, Jr.

Martin Luther King hablaba de un consenso social donde se percibe el tiempo como un ente generador de soluciones ante la cotidianeidad de las personas, si bien es cierto nos podemos presentar ante situaciones que podremos resolver conforme avance el tiempo, esto no significa que el tiempo per se sea la respuesta, por el contrario nuestras acciones son las que definen los resultados que obtendremos en las distintas situaciones de la vida.

Si usted desea trabajar con horario fijo de ocho de la mañana a cinco de la tarde, tener los fines de semana completamente libres, además de disfrutar de sus días feriados y vacaciones como dicta la ley, se equivocó de profesión.

La comunicación en general no permite estas licencias, no porque no existan estos beneficios en el campo laboral sino porque para sobresalir en la carrera de comunicación hay que tomar ciertas decisiones que van ligadas con el tiempo. La publicidad es la rama de la comunicación colectiva que presenta los mejores escenarios para ejemplificar la relación del profesional con el tiempo.

Pensemos por un momento en El Cliente, esa figura que contrata los servicios de publicidad para obtener algún tipo de beneficio a cambio, siempre principalmente beneficios económicos. El rol del publicista es entregar el servicio al cliente de la manera solicitada y en el tiempo solicitado; de lo contrario, se pueden romper las relaciones con el cliente, éste se puede ir y deja de invertir en nuestros servicios.

Es cierto que los “relojes biológicos ayudan a mantener nuestros cerebros y cuerpos dentro de un horario” (Wright, 2002), pero ¿qué pasa cuando El Cliente se encuentra fuera de nuestras fronteras? Según Antonio Damasio “podemos coordinar nuestras actividades con las de los demás porque todos implícitamente seguimos un sistema único para medir el tiempo, uno basado en el inexorable aumento y la caída de la luz del día” (Damasio, 2002). Aunque esto en primera instancia pueda resultar completamente racional resulta que cuando tenemos clientes en zonas horarias diferentes a las nuestras, es deber del profesional atender al cliente según sus necesidades, de manera que si un material debe de estar listo a más tardar las dos de la tarde en su país, nosotros como profesionales debemos adaptar nuestro horario de trabajo para poder cumplir con este requerimiento, aunque esto signifique trabajar horas extras o incluso realizar reuniones de trabajo en medio de los que nosotros frecuentemente llamamos “madrugada”.

En la era de la información todo se rige a partir de la velocidad [distancia recorrida por un objeto por unidad de tiempo], “el mundo conectado logra borrar las barreras de tiempo. Este logro se basa en la progresiva capacidad de medir el tiempo con mayor precisión” (Stix, 2002). Los eventos que se estén dando al otro lado del mundo son conocidos por el resto personas de manera casi inmediata, el tiempo de espera para poder accesar a los datos depende de la primera persona que decida publicar información sobre algún tema. Es esa misma inmediatez la que le permite al cliente demandar mejores servicios en el manejo del tiempo y nos obliga a nosotros como profesionales a explorar diferentes mecanismos  para optimizar y agilizar nuestro trabajo. Decirle a un cliente que no nos alcanza el tiempo no es una opción.

Situaciones como esta hacen que nosotros, los futuros profesionales en publicidad, tengamos una apreciación diferente del tiempo, donde “las reglas del tiempo social constituyen un lenguaje silencioso” (Ezzell, 2002) para nosotros. El tiempo se convierte en un rival eterno y de la misma manera es nuestro compañero más fiel.

Bibliografía

·       Damasio, A. (2002). Remembering when. Scientific American. September 2002. Pp 66-73. Traducción de la autora.

·       Ezzell, C. (2002). Clocking Cultures. Scientific American. September 2002. Pp 74-75. Traducción de la autora.

·       Stix, G. (2002). Real time. Scientific American. September 2002. Pp 36-39. Traducción de la autora.

·       Wright, K. (2002). Times of our lives. Scientific American. September 2002. Pp 58-65. Traducción de la autora.

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