lunes, 12 de marzo de 2012

El tiempo psicológico en los medios

Los cineastas pasan largas horas dedicados a convertir en acetato (al menos hasta que un nuevo formato se apodere de la industria) un guión escrito con la mayor precisión y delicadeza de manera que permita contar una historia. Son tantas horas de material que el espectador final nuca va a ver. No se trata de que hayan sido tomas con errores (los famosos "bloopers" que nos divierten tanto) sino de piezas de un rompecabezas tan grande que se pueden descartar a discreción del director, en tanto este crea que no contribuyen apropiadamente a la historia que está narrando, por muchas razones, como que se desvíe del tema central, o bien porque no sea tan relevante. Sin embargo, la principal razón por la que se hace esto es por tiempo.

Imaginen una película que narre los eventos de una persona en el transcurso de 24 horas. Si se tratara de uno de esos programas de "realidad" o "Reality Shows", imaginando que nuestro único interés es el principal protagonista, lo que hace, dice, piensa en un día, tendríamos un filme de 24 horas de las cuales muchísimo material resulta irrelevante (ejemplo, hora 22:34pm: "el individuo duerme y pasa un zancudo"). Si añadiéramos otros personajes que deambulen por ahí separados del protagonista, nos encontraríamos con otro conflicto: cómo resolver eventos simultáneos.

La televisión tiene varias fórmulas para resolver esto. La más común es aquella donde se narra la historia desde un personaje hasta un punto de intersección, en donde se regresa la historia al punto T=0 y se narra desde el segundo personaje hasta llegar a la misma intersección y así sucesivamente con cuantos personajes se quieran incluir (siempre son 3, nunca más, nunca menos). Allí, los personajes convergen y la historia llega a su clímax y conclusión.

El alterar la duración "familiar" (Wright, 2002, p. 60). de un evento, constituye una violación de la normalidad de lo percibido. Un ejemplo de esto es que en una escena en un cruce vehicular, los semáforos cambien de verde a rojo y viceversa en 5 segundos. Curiosamente los cortes apropiados y señales ya culturalmente aceptadas como una disolvencia a negro, pueden permitir a la mente humana que entienda que si antes de la disolvencia el personaje estaba en pijama y después ya está vestido, significa que pasó un tiempo significativo y que el personaje realizó una serie de acciones que lo llevaron a estar vestido.

Otro gran "problema" que se maneja en la ficción de los medios es el concepto de viaje en el tiempo. Muchos programas de ciencia ficción ofrecen respuestas ingeniosas; otros proponen normas que son más difíciles inclusive que la propia creación de una máquina del tiempo. Hay tanta preocupación por las leyes físicas que inclusive existen series y películas que tienen como protagonista a algún ente que hace cumplir las leyes (¿físicas?), por ejemplo la película "Time Cop" o la serie derivada (spin-off) que lleva el mismo nombre.

Regresando a los problemas de edición, nos encontramos con una innegable necesidad de calzar dentro de estándares comerciales y aún más, estándares determinados por la mente humana. De esta forma, un cineasta debe calzar su obra en un estándar de tiempo de entre hora y media y dos horas y media, tres horas tal vez le sea permitido pero tiene que ser una obra "épica", o al menos así debe ser mercadeada. Si tiene mucho más material tiene dos salidas: 1- Hacer una secuela (o mejor aún, una trilogía) o 2- Incluir el material como extras en la edición para el hogar (DVD o Blu Ray), eso sí con un nombre despampanante y en inglés: "The Lord of the Rings Extended Ultimate Blu Ray Edition with over 2 hours of previously unseen footage plus audio comment by director...". Ven, lo que era un problema artístico, de producción y finalmente de edición, se convirtió en una oportunidad de mercadeo.

Pero no sólo el cineasta se las tiene que ver con el tiempo. El músico, si quiere escuchar su pieza en la radio debe atenerse a expresar su desamor o lo que quiera expresar en 3 a 5 minutos. Nunca más de 5 minutos o se las verán con el impío programador, que es capaz de mandar a comerciales en medio de una obra épica como November Rain. Nuevamente surge la épica. Palabra muy utilizada en la actualidad sobre todo por generaciones jóvenes. También es permisible una duración extendida para una canción, siempre y cuando esta se enmarque dentro de ese extraño concepto. ¿Recuerdan Stairway to Heaven? No obstante, es de considerar que los géneros musicales a los que se les permiten (hasta cierto punto) estos excesos no son comerciales-pop en el sentido en que escuchamos a Lady Gaga o Britney Spears en la radio o en MTV; sino de comerciales-underground, es decir, aquella música que no es la que suena en radio y aparece en las listas de popularidad, sino que tiene seguidores específicos (pero no deja de ser comercial como sus fieles seguidores creerían en su ideología de rechazo a lo "mainstream" o culturalmente aceptado).

Así como la belleza está en los ojos del observador, el tiempo también. De acuerdo a la Teoría de la Relatividad de Einstein, "el intervalo medible entre dos eventos depende de cómo se esté moviendo el observador" (Davies, 2002, p.52), lo cual nos remite a asuntos de física cuántica y viaje a aproximadamente la velocidad de la luz, no obstante, la percepción humana también tiene su propia y caprichosa relatividad: basta ver en un cine a varias personas que capturan los "flash backs" y "flash forwards" de manera distinta, algunos comprendiendo bien la intención del director y otros confundiéndose irremediablemente, sin saber en qué tiempo están o aún peor, si el personaje es el mismo o es su yo futuro/pasado. De acuerdo a Cuesta (2000, p. 148), la percepción, que se da a través de los procesos superiores de pensamiento y de memoria, es quien polariza la percepción sobre el objeto y en ello hay diferencias individuales que permiten que esta sea más o menos compleja. De ahí que algunos abandonemos la sala de cine tras 3 horas sintiendo que vivimos allí los 10 años que duró la Guerra de Troya.


Bibliografía:

Cuesta, U. (2000). Psicología social de la comunicación. Ediciones Cátedra.

Davies, P. (2002). How to Build a Time Machine. Scientific American: A Matter of Time 287 (3), 50-55.

Wright, K. (2002). Times of Our Lives. Scientific American: A Matter of Time 287 (3), 58-65.


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