Desde
hace milenios el ser humano ha medido el tiempo, agua, arena,
dispositivos mecánicos, partículas subatómicas y hasta el sol han
sido maneras utilizadas por el hombre para determinar y medir el
transcurso del tiempo (Scientific American 2002).
Y
es que aunque no lo veamos, no lo podamos sentir e incluso los
científicos no lo pueden explicar con exactitud, todos estamos a
disposición del tiempo, estamos constantemente apegados y dirigidos
por un sistema cuyo principio es dividir el día y organizar los
diferentes momentos de éste, ya no son noches ni días sino que hoy
vivimos a través de horas, minutos y segundos.
Cada
segundo cuenta, ya que aunque realmente no haya consenso en el mundo
científico sobre la identidad del tiempo así como de su naturaleza
(Scientific American 2002), si existe un común acuerdo en que no
hay posibilidades prácticas (por ahora) de cambiar el flujo
temporal, el tiempo continúa inexorable, corriendo.
La
dependencia y control del tiempo es tal que llega incluso a
compararse con la del dinero, un estudio realizado por France
Leclerc, Bernd Scmitt y Laurette Dube para el Journal of Consumer
Research (1995) destaca algunas similitudes en la percepción entre
el tiempo y el dinero, por ejemplo que en ambos casos su valor
depende contextualmente, así como la preferencia de los sujetos a
integrar las pérdidas de ambos recursos en una sola “cuota” a
dividir las pérdidas en pequeños paquetes consecutivos.
Por
eso no se puede concebir una empresa hoy en día que funcione sin
horarios y bien que es así, ya que gracias a la medición correcta y
eficaz del tiempo es que el mundo gira y fluyen los recursos a través
del globo. Es por la medición del tiempo que se pueden acordar
citas, horas de entregas e innumerables procesos que si bien
sencillos son necesarios para el avance económico de una
organización.
Una
parte de este orden impuesto es la que le corresponde al planeamiento
estratégico, decidir el momento y la duración de las diferentes
acciones que se hayan planteado dentro de la organización,
establecer plazos para corroborar información y verificar los
resultados, todo funcionando como una serie de engranajes bien
aceitados.
Y
son estos engranajes sobre los que se monta el mercadeo para
desarrollar estrategias eficientes y eficaces, uno de los principios
del tiempo así como del mercadeo es la continuidad, no se puede ver
algo hasta que no haya sucedido así como no se puede plantear una
estrategia de mercadeo hasta que no se haya obtenido la información
adecuada, por ejemplo al plantear una estrategia de medios antes se
debe saber a quién se le debería de anunciar lo cual implica un
estudio previo al público meta del producto o servicio.
El
siguiente paso, al haber obtenido los datos demográficos del público
meta es preguntarse dónde se va a publicitar el producto o servicio
(Scissors
& Baron, 2010) aspecto para el cual también se necesita
coordinar en función del tiempo, la historia, organizada
cronológicamente determina tendencias de mercado de las diferentes
regiones de servicio lo cual determina las decisiones de mercado a
tomar que sean convenientes acorde a los datos obtenidos.
Luego
de realizar todos estos cálculos y analizar la información
recopilada se obtiene el conocimiento de a quién se le va a
publicitar y donde, pero falta un elemento clave que lo compone el
cuándo (Scissors & Baron, 2010) por más buena que sea la
campaña, por más original que sea el copy deberá de lanzarse en el
momento adecuado, ni muy antes porque al consumidor se le olvidará
la información dada ni después porque hay que familiarizar al
consumidor con el producto o servicio.
La
clave consiste en el momento adecuado, bien lo plantean Scissors &
Baron (2010) cuando mencionan que los consumidores compran a
intervalos regulares, al igual que con los otros dos pasos anteriores
es necesario analizar éstos datos recopilados a través del tiempo
para poder determinar las tendencias y ofrecer el producto o servicio
en un momento oportuno.
Se
puede observar entonces, que el tiempo si bien continúa siendo uno
de los grandes misterios de la ciencia, en el sentido de que no
sabemos dónde está ni qué es exactamente, con el hecho de medirlo,
organizarlo y calcularlo permite establecer planes y estrategias a
nivel de mercado para el desarrollo de una organización.
“El
tiempo es oro” reza el adagio popular, aunque en realidad es la
capacidad de organizar y planificar el tiempo lo que convierte de
segundos, minutos y horas en investigación de mercado, publicidad e
ingresos.
Referencias:
Leclerc,
F. Schmitt, B. & Dube, L. (1995) The Journal of Consumer Research
[Versión Electrónica] Waiting
Time and Decision Making: Is Time like Money?
22(1) 110-119
Scientific
American (2002) Special Issue: A Matter Of Time. [Versión
Electrónica]A
Chronicle of Timekeeping
287(3) 76-89
Scissors,
J. & Baron, R. (2010) Advertising
Media Planing.
McGraw-Hill. NY.
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