Ritmo, tiempo y
persuasión.
Carolina Sánchez N. A34909
Las locuciones en
publicidad son sin lugar a duda uno de los componentes más importantes para
generar un mensaje efectivo. Por lo general se consideran más importantes, o se
estudian más a fondo, cuando se habla de publicidad radiofónica. Pero nadie
duda que tengan un papel importante en la publicidad televisiva, e incluso en
otros medios alternativos. ¿Qué hace entonces de una locución una buena
locución?
La respuesta es el
ritmo, que aunque no es la única variable que interviene en la locución, ya que
también se toma en cuenta “la vocalización/articulación, la entonación y la
actitud” (Huertas y Perona, 1999), es la que más ayuda a convertir un mensaje
hablado en un mensaje persuasivo.
La definición de
ritmo es una difícil de concretar, ya que se explica de diferentes formas según
diferentes autores. Podemos encontrar explicaciones amplias que se refieren al
ritmo “como cualquier tipo de organización con respecto al tiempo” (Huertas y
Perona, 1999). Y otras un poco más enfocadas al ritmo específicamente de la
voz, como lo define Neira (2005) al llamarlo la pulsación del habla, el cual se
encuentra estrechamente relacionado con el tiempo y velocidad del habla. El
ritmo se mide por lo general como sílabas por segundo o palabras por minuto,
pero hay que tomar en cuenta que no sólo las palabras que se dicen dan cabida
al ritmo, sino que las pausas o silencios también.
La importancia del
ritmo reside en que éste “resulta ser crucial para atraer y mantener la
atención de los radioyentes, para recrear estados de ánimo, o para comunicar
diferentes sensaciones” (Ministerio de Educación, España). Cabe aclarar que en
los mensajes televisivos pueden haber otros factores que ayuden a comunicar el
mensaje efectivamente, pero no podemos negar que las locuciones y su ritmo son
una parte importante de ese primer momento de atención del televidente. Si
tenemos la televisión encendida mientras hacemos alguna otra tarea, como suele
pasar a menudo en los hogares hoy en día, es muy probable que volvamos a ver al
televisor si escuchamos una voz animada o una conversación exaltada.
Es ese ritmo el que
nos permite diferenciar entre una locución noticiosa, un testimonio, una
conversación cotidiana, un regaño o un comando entre otras cosas. Y saber qué
ritmo se debe de utilizar es lo que nos ayuda a acercarnos verdaderamente al
tipo de receptor al que queremos dirigir nuestro mensaje. No se le habla de
igual forma a un adulto que a un niño por ejemplo. Algunos estudios de
publicidad para niños explican que en su mayoría los niños “interpreta(n) una
frase en función de sus elementos sonoros y no de las palabras” (Montoya, 1996).
Incluso el ritmo contribuye a la eficacia del mensaje, de manera que tanto si
se acelera para dar más cantidad de información o de datos en poco tiempo, o se
hace demasiado lento y no atrae ni implica al oyente, resulta en una mala
comunicación (Cebrián, cit. Por Huertas y Perona, 1999).
Además, un buen
locutor debe de saber administrar su aire. En algunos casos podemos notar
cuando el locutor debe de parar para coger aire, interrumpiendo así el ritmo de
su mensaje, “lo que no contribuye positivamente a la credibilidad de su
contenido ni a la del informador” (Gonzalez, 2006). Por lo tanto, como ya lo
mencionaba antes, el correcto uso de las pausas en la locución es de gran
importancia y se puede convertir en un elemento muy persuasivo, que según
Lakhani (2005) provee una clave subconsciente al escucha de que se debe de
recapacitar sobre la información previa o poner atención porque viene un cambio
de idea. No saber dirigir bien el tiempo del habla da paso a las famosas
muletillas, las cuales Casaretto (2010) define como “tapones del silencio,
parches en el discurso, por la dificultad de encontrar palabras y administrar
silencios.”
Por otro lado, el
ritmo o velocidad a la que se habla también tiene gran impacto en que tan
persuasivo se es. Los cambios de velocidad en la voz pueden hacer un mensaje
más atractivo. Al hablar ya sea muy rápido o muy lento se puede perder a muchos
de los escuchas. Incluso Lakhani (2005) asegura que las personas que hablan muy
despacio son consideradas como personas inseguras, y aquellas que hablan muy
rápido son consideradas dispersas e incómodas. Además el mismo autor nos
menciona que el uso de una voz monótona puede causar que las personas se
enfoquen más en la voz del locutor que en el mensaje en sí. Dos ejemplos
importantes de cómo se emplea el ritmo para tratar de ser persuasivos los
podemos ver en los discursos políticos y hasta en el uso del habla en la
hipnosis. En ambos casos se trata de hablar a un ritmo en que se mantenga la
atención del oyente, pero sobre todo, que se logre convencer al receptor de
alguna idea específica.
Como publicistas es
muy importante saber calzar el ritmo de las locuciones con el mensaje y target
al que se quiere llegar, además de saber explicárselo a los locutores para que
sea bien ejecutado. E incluso puede ayudar definir el ritmo de nuestro mensaje
para poder definir qué medios utilizar. Un anuncio para el cual sabemos que
necesitamos una locución muy animada o rápida, podría llamar más la atención en
medios radiofónicos por ejemplo, mientras que un mensaje en el cual hay menos
que decir pero necesitamos que se diga de forma más pasiva podría ser mejor
recibido de forma audiovisual y contar con el apoyo de imágenes para no perder
la atención del receptor.
Al fin y al cabo, la
importancia de entender y ejecutar correctamente el ritmo del habla según lo
que se quiera decir, es de gran importancia no sólo para la publicidad y su
principal aspecto persuasivo, sino que también lo es para la comunicación en
general, tanto de masas como individual y personal. Un profesor debe de
mantener cierto ritmo para no perder la atención del estudiante, una madre debe
de saber cuándo utilizar diferentes ritmos para poder educar a sus hijos y
hasta un jefe debe de usar un ritmo apropiado para que sus empleados le
escuchen y respeten.
Referencias:
Casaretto, Daniela
(Noviembre, 2010). Liberar la Voz es
Dejar de Reprimir. Buenos Aires, Argentina. Recuperado el 7 de Marzo del
2012, de http://www.institutodelavoz.com/notas_de_prensa.html
Gonzalez Conde, M.
Julia (2006). La Credibilidad de la Voz
Como Aspecto Persuasivo de Creación Radiofónica. Revista Ícono 14. Madrid,
España. Recuperado el 7 de Marzo del 2012, de http://www.icono14.net/revista/num6/articulo%20JULIA%20GONZALEZ3.htm
Huertas Bailén,
Amparo y Perona Páez, Juan José (1999). Redacción
y Locución en Medios Audiovisuales: La Radio. Editorial Bosh. España. (Páginas: 113-123, 125-135)
Lakhani, Dave (2005). Persuasion:
The Art of Getting What You Want. New Jersey, Estados Unidos. John Wiley &
Sons Inc.
Ministerio de
Educación, Gobierno de España. Glosario,
Índice de Términos. Media. España. Recuperado el 7 de Marzo del 2012, de http://recursos.cnice.mec.es/media/radio/glosario.html
Montoya, N.(1996) : El papel de la voz en la publicidad
audiovisual dirigida a los niños. Universidad Autónoma de Barcelona.
Recuperado el 8 de Marzo del 2012, de http://www.ehu.es/zer/hemeroteca/pdfs/zer04-07-montoya.pdf
Neira, Laura (Junio,
2005). El Arte de Hablar. Argentina.
Recuperado el 7 de Marzo del 2012, de http://www.cancionero.net/articulos/articulo.asp?t=el_arte_de_hablar&n=351.
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